sábado, 15 de noviembre de 2025

Turbulencia en la sostenibilidad empresarial: Desarrollos malos, buenos y .... depende.

  

En este artículo presentamos una colección de recientes desarrollos en la sostenibilidad empresarial, unos malos, otros buenos y algunos que depende de cómo evolucionarán. El propósito no es presentar un balance objetivo (es una colección relativamente aleatoria y número relativo de los desarrollos listados en cada categoría no quiere decir nada), ni analizarlos en detalle ya que sería aburridísimo. Solo pretende demostrar que no se puede demostrar nada, que la turbulencia es tal que impide ver claro.

Las aseveraciones en sostenibilidad suelen venir de los dos extremos (1) los amigos que lo ven todo color de rosa, que ven lo quisieran que fuera y no lo que en realidad es, que viven de que el progreso se mantenga y buscan mostrar que la sostenibilidad empresarial está resistiendo los embates, que todo va viento en popa; y (2) el otro grupo de enemigos, que no ven nada de bueno, que tienen interés en evitar cualquier progreso y fomentar el retroceso. El centro, el de la imparcialidad, el de la objetividad, está muy poco poblado. Unos están el 5, otros en el 1. El suscrito se considera en el 3.  Y tú, querido lector ¿dónde estás?

No es una exageración decir que estamos en un momento de gran turbulencia, que en buena parte es el producto de la tormenta perfecta: Draghi-Parlamento Europeo-Trump. Por una parte, el informe Draghi sobre la competitividad en Europa dio alas a los políticos europeos para alegar que la sostenibilidad empresarial había pasado, de repente, de ser una instrumento de competitividad a ser una carga administrativa que le hacia perder ante la liviandad regulatoria de EE. UU. y su ausencia en China, principales competidores de Europa. A esto se sumó el cambio en la composición política del Parlamento Europeo hacia la derecha, y de actitud de la Comisión Europea.  Bajo el eufemismo de “simplificación regulatoria” se ha hecho una gran dilución de la sostenibilidad. Y por si faltaba algún estimulo, vino Trump y sus aliados a atacar inmisericordemente todo lo que pareciera woke, (Comportamientos y actitudes de la gente que es sensible a la injusticia social y política”) (¿Qué tiene esto de malo?). [i]

A continuación, listamos, con breves comentarios, los desarrollos en los meses recientes. El objetivo es contribuir a desarrollar una visión de conjunto, ya que cada uno de ellos, aisladamente, puede no ser determinante. Y de paso hacer un repaso de la situación de la sostenibilidad. Para los interesados, incluimos nexos a artículos explicativos.

No sorprenderá que los malos sean mayormente en EE. UU. y que los buenos sean mayormente en Europa, aunque con lamentables excepciones en el caso europeo.

I.                Malos desarrollos.

1.      La posposición (¿o eliminación?) de la aplicación de la directiva sobre reportes, CSRD, a empresas fuera de la Unión Europea formó parte del acuerdo de la Unión con EE. UU. para logar una reducción de los aranceles. La versión original hubiera aplicado a por lo menos 10,300 empresas de fuera de la Unión, con un 31% basadas en EE. UU. Y los fiscales generales de 16 estados (gobernados por republicanos) advirtieron a algunas grandes empresas que el cumplimiento con esas disposiciones podrían ser una violación de las leyes del país. En efecto, una amenaza de acciones legales.

2.      La Comisión de Valores y Mercados de EE. UU., SEC, amenaza con prohibir a las empresas extranjeras cotizadas en las bolsas de EE.UU. de utilizar los estándares internacionales de reportes financieros si la IFRS, que también es responsable de los estándares de reportes de sostenibilidad, insiste en promoverlos. Hasta ahora se ha permitido a estas empresas la opción de usar estándares financieros internacionales o los de EE. UU. Pero ahora alegan que la información sobre sostenibilidad compromete la integridad de los informes financieros (¡¿?!).

3.      La alianza de las instituciones financieras que promovía el logro de la neutralidad en las emisiones de carbono ha cesado operaciones ante la desbandada de muchos de sus miembros, respondiendo a las amenazas de represalias por el gobierno de EE. UU. Recodemos que fue lanzada con bombos y platillos en la COP26 celebrada en Glasgow en el 2021, presidida por el entonces enviado especial de la ONU para asuntos climáticos y actual primer ministro de Canada. Pero no todo es malo, ver más adelante.

4.      La Comisión Europea aprueba la simplificación (¿dilución) del mecanismo que pretendía imponer aranceles (carbon border adjustment mechanism) a algunas importaciones por sus estimadas emisiones de gases de efecto invernadero en sus países de origen.

5.      El Parlamento Europeo aprobó la posición más radical sobre las diluciones en las regulaciones de la sostenibilidad empresarial (reporte, diligencia debida, estrategias de transición). Cuando no se logró acuerdo sobre la posición relativamente moderada de los partidos de derecha estos apelaron al voto de los de la extrema derecha y lograron la aprobación de la propuesta de mayor dilución y retraso. Ahora (noviembre 2025) la versión final queda pendiente de la negociación entre las tres partes con sus respectivas posiciones: Comisión Europea, Parlamento Europeo y Consejo de la Unión Europea. De cualquier manera, la simplificación (¡dilución!) será significativa.

6.      Después de grandes avances para la aprobación de pagos compensatorios por las emisiones del transporte comercial marítimo, EE. UU. amenazó con aranceles a algunos países vulnerables, con lo que finalmente no se aprobaron.

7.      Se ha introducido una propuesta de ley en el congreso de EE. UU. para limitar la consideración de aspectos no financieros en la toma de decisiones de inversión. Esto pretende obligar por vía de ley lo que ahora es relativamente opcional y responsabilidad de los reguladores de los fondos de pensiones. [ii] Quiere evitar la interpretación de que los aspectos sociales y medioambientales tienen impacto financiero, lo que sí era considerado por la administración anterior. La materialidad financiera y el business case de la sostenibilidad empresarial se eliminarían por ley.

II.             Algunos buenos.

1.      No es que los reportes de sostenibilidad sean evidencia tangible de actividad y mucho menos de impacto, pero por lo menos parece que el interés en reportar se mantiene, a pesar de entornos desfavorables a reconocer públicamente que la actividad continúa. Un excelente informe resume la situación actual, PwC’s Global Sustainability Reporting Survey 2025: From insight to value: The sustainability reporting journey continues. Pero, para interpretar los resultados, además de la advertencia anterior sobre actividad e impacto, es pertinente la de que los resultados reportados son de opiniones, no de estudios empíricos, por lo que debe tener cautela.

2.       Otro estudio en el mismo sentido es el UN Global Compact – Accenture 2025 CEO Study: Turning the Key: Unlocking the next era of sustainability leadership. Reporta, por ejemplo, que el 88% de los CEO entrevistados cree que el business case es ahora mucho mas fuerte que hace cinco años.  Es un resultado notorio ya que hace cinco años estábamos en la epidemia donde el business case parecía obvio y ahora estamos en una situación relativamente opuesta, de agotamiento y de oposición a la sostenibilidad.

3.      Y dentro de toda la confusión y debate entre la Comisión Europea, el Consejo de la Unión y el Parlamento Europeo sobre las regulaciones de la sostenibilidad empresarial, [iii] los afectados, a los que supuestamente se pretende ayudar dicen “no gracias, preferimos la regulación como estaba”. Una encuesta entre más de 2 500 empresas en cinco países de Europa reveló esta preferencia.

4.      El Banco Central Europeo esta considerando el impacto sobre el cambio climático en sus asignaciones de recursos. Que un banco comercial lo haga sería entendible por aquello de la gestión de riesgos sobre su situación financiera, pero que lo haga un banco central, cuyos objetivos son la estabilidad monetaria y el control de la inflación, es altamente laudable, va más allá de la estricta política monetaria. Esta implícita la creencia de que el cambio climático tiene efectos sobre la estabilidad económica. Solo en Europa. Todo lo contrario a lo que comentamos arriba sobre EE. UU. donde el gobierno no quiere que ni siquiera que sea considerado en reportes ni en decisiones de inversión. Diferencia dramática.

5.      Y para mostrar que va en serio el Banco Central Europeo ha multado al banco español Abanca por no cumplir con sus requerimientos de considerar los riesgos del cambio climático en su situación financiera.  A mejor pensaban que el Banco Central estaría demasiado ocupado en otras cosas como para preocuparse de la supervisión de sus regulaciones no financieras. ¡Pero es que el cambio climático tiene impactos financieros sobre la (A)banca!

6.      Y para resaltar el compromiso europeo con el combate al cambio climático, aun en el ambiente revuelto de la regulación sobre sostenibilidad, la Unión Europea ha creado un fondo de € 3 000 millones para financiar proyectos destinados a la reducción de emisiones para el logro de sus objetivos de neutralidad. A lo mejor estas innovaciones sí contribuyen a mejorar la competitividad europea.

7.      Y según otra encuesta de Accenture Las mayores empresas del mundo han retomado el establecimiento de objetivos de cero emisiones netas tras la pausa del año pasado. Como comentábamos arriba, las instituciones financieras han pospuesto (¿abandonado?) sus objetivos de neutralidad, pero no las grandes empresas. Obviamente estos dos grupos tienen diferentes objetivos y están sujetos a diferentes incentivos y presiones. Las empresas pueden ser menos sensibles a las amenazas.

III.           Buenos o malos, depende.

1.      Una noticia cuyo efecto depende de su implementación es la creación de un Sello de Empresa Socialmente Responsable, anunciada por el Ministerio del Trabajo y Economía Social de España. En el escueto anuncio no se han dado detalles más allá de que los criterios serían fijados por el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de la Empresa, CERSE, en proceso de reactivación. Si nos basamos en la efectividad del CERSE desde su creación original en 2008 y la del Ministerio en temas de RSE, [iv] las expectativas no son muy halagüeñas. En cualquier caso, la efectividad de un sello de empresa responsable es muy incierta. [v]

2.      Se ha pospuesto por un año la prohibición, en la Directiva sobre Deforestación, EUDR, de la comercialización de productos que hayan causado deforestación, para los pequeños tenedores de tierra en países de bajo riesgo y se traslada la responsabilidad del reporte a los importadores y los del comercio final del producto. Pero se ha mantenido la fecha de vigencia para el resto, a pesar de las presiones para posponerla.

3.     La construcción de centros de datos para respaldar las aplicaciones de la Inteligencia Artificial, IA, se ha acelerado dramáticamente en los años reciente. Estos centros requieren de un consumo masivo de energía y agua, que ponen en peligro la disponibilidad y el costo de estos recurso en las poblaciones adyacentes y ponen en riesgo las redes de transmisión. Algunos centros de datos operan con la energía ya disponible de las redes, aunque muchos deberán recurrir a nuevas fuentes. En muchos casos a energía convencional, pero algunas empresas, conscientes del elevado impacto sobre el cambio climático están buscando fuentes renovables. Como un ejemplo, Meta (Facebook) está construyendo en el estado de Luisiana un centro masivo a un costo de US$ 27 000 millones, con una extensión de casi 60 campos de fútbol (área de Manhattan), que será alimentado en parte con gas, energía solar y otros renovables, con consumo en el 2030 equivalente al de la ciudad de Nueva York (¡!). Google está reactivando una planta nuclear en Iowa que se había cerrado en el 2020.  Microsoft también comprará energía nuclear de la reactivación de la planta de Three Mile Island en Pensilvania, (que había sufrido un serio accidente en 1979). Estas reactivaciones responden a la urgencia del suministro de nueva energía ya que la construcción de nuevas plantas nucleares suele requerir entre 6 y 8 años. ¿Es la energía nuclear sostenible?.  La IA puede traer muchos beneficios y hacer grandes contribuciones al progreso económico y social, pero también tiene grandes costos a través de un impacto masivo sobre el cambio climático, será el sector de mayor impacto. Buenos y malos desarrollos.

IV.            ¿Quo vadis sostenibilidad?

Obviamente que este listado, arbitrario, no permite sacar conclusiones, solo es útil a efectos de poner un poco de perspectiva al sobreoptimismo y sobre pesimismo de algunos sectores de la sostenibilidad ambiental y empresarial.  Es imposible generalizar, sobre todo en esta era de turbulencia.

Donde terminará no es fácil de predecir.  Donde queremos que termine si es muy fácil de decir.

 


[i] Para un análisis más exhaustivo de este proceso, ver mi artículo publicado en el No. 59 del Dossier de Economistas sin Fronteras: El desafío existencial de la Unión Europea, otoño 2025, Sostenibilidad empresarial y Competitividad en Europa: ¿Sinergias o conflictos?

[iii] Ver la referencia en la primera nota.

[v] La potencial efectividad del sello lo analizamos en el artículo Sello de Empresa Socialmente Responsable en España: Cómo mejorar su efectividad


sábado, 8 de noviembre de 2025

Sostenibilidad empresarial y Competitividad en Europa: ¿Sinergias o conflictos?

 

 Resumen

Lo que no es sostenible no es competitivo y lo que no es competitivo no es sostenible.

Global Sustainable Competitiveness Index, 2024


Este artículo pretende extraer lecciones del proceso de regulación y desregulación de la sostenibilidad empresarial y su impacto en la competitividad en Europa que puedan usarse en el futuro ya que no es oportuno analizar la situación actual, continuamente cambiante, cualquier análisis es obsoleto días después. Pero el proceso que ha ido de un extremo al otro, de una gran intensidad y amplitud de las regulaciones a una dilución acelerada, ofrece valiosas lecciones.

Para poder extraerlas, se hace un breve repaso de las regulaciones, del proceso seguido en ambas direcciones, del contexto internacional en que se desenvuelve, de la tormenta perfecta que motivó la desregulación y los contradictorios argumentos, sinergias y conflictos de los dos grupos del proceso sobre los efectos de la sostenibilidad en la competitividad de las empresas y de la región.

Se analiza el proceso en función de los factores que intervienen: los líderes del proceso, los responsables de las cuentas y su rendición, los objetivos que se persiguen con la regulación y la desregulación, la visión de ambos procesos, los incentivos y el impacto que tienen en los responsables, los errores y omisiones en ambos sentidos del proceso y el efecto que sobre ellos tiene la opinión pública. De este análisis de la microestructura de las motivaciones se pueden derivar las lecciones.


Ante la gran diversidad de estas motivaciones no es extrañar el caótico proceso llevado a cabo y la infectividad de los resultados.  Mucho se hubiera podido evitar con una mayor colaboración y apreciación de los argumentos de ambas partes, minimizando la confrontación abierta y el uso coordinado de los poderes relativos de las partes.  Se obviaron los elementos fundamentales necesarios en los procesos de negociación y de implementación del cambio institucional.

Concluye diciendo:

En el proceso de regulación. para logar su aprobación, se alegaron beneficios, tanto para la sociedad como para la competitividad de las mismas empresas y de sus países, que crearon grandes expectativas, que no han tenido tiempo de fructificar. Pero en el proceso de desregulación se quieren ignorar y se sobreestiman las reducciones de costos que ello conlleva, ya que muchas de las informaciones y acciones antes requeridas se deberán continuar preparando y llevando a cabo, tanto para la gestión de la empresa como por las exigencias de los stakeholders, sobre todo los aportantes de recursos financieros.

Si los beneficios de la regulación fueron exagerados, también los están siendo los ahorros de costos de la desregulación.

En el proceso de regulación primaron los tecnócratas y expertos, en el de desregulación están primando los políticos.

Por lo que podemos concluir que las regulaciones son demasiado importantes para dejárselas solo a los tecnócratas y expertos y las desregulaciones son demasiado importantes para dejárselas solo a los políticos. Ambos deben ser partícipes del proceso, en los momentos oportunos.


Artículo publicado en el No. 59 del Dossier de Economistas sin Fronteras, otoño 2025

Sostenibilidad empresarial y Competitividad en Europa: ¿Sinergias o conflictos?


Dossier completo

El desafío existencial de la Unión Europea


 

miércoles, 29 de octubre de 2025

Realineación de prioridades: Bill Gates, cambio climático y desarrollo social

 

El 27 de octubre Bill Gates (no hace falta decir quién es) publicó una carta abierta en su blog, Three tough truths about climate: What I want everyone at COP30 to know (A new way to look at the problem), [i] que en pocas horas ha dado mucho que hablar por, aparentemente, desenfatizar la urgencia del combate del cambio climático. En este breve articulo la ponemos en el contexto más amplio del desarrollo sostenible.  No analizaremos los detalles limitándonos al aspecto estratégico del mensaje. Pero recomendamos al lector leer la carta, es sumamente rica en información.

La carta pretende poner la problemática actual bajo un paraguas mayor: el bienestar de la humanidad, para lo cual la lucha contra el cambio climático es solo uno de dos aspectos claves, siendo el otro los aspectos sociales como salud, educación y acceso a la actividad económica entre otros.  Por ahora se está poniendo demasiada atención al primero en detrimento del segundo. Ello no debe interpretarse como una dicotomía, sino que se debe luchar en ambos frentes, muy interdependientes, y el segundo ha sido relativamente descuidado. 

La carta me recordó la encíclica Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común”  del papa Francisco, que también fue publicada días antes de otra reunión del COP, la COP21 que se celebró hace diez años en París (cuando se logró el Acuerdo de París). Ambas pretenden poner la problemática climática en el contexto de la resiliencia social y el crecimiento inclusivo. Decíamos en nuestro análisis: [ii]

No se trata de una encíclica sobre el medio ambiente, sino que se sitúa en un contexto más amplio, la casa común, de allí que también considera la problemática social de esta casa y sus relaciones con la del medio ambiente, en especial el impacto que ambas problemáticas tienen sobre las poblaciones más vulnerables.

Ambas comunicaciones tienen mucho en común.

I.                ¿Cuáles son las tres duras verdades?

  • El cambio climático es un problema serio, pero no será el fin de la humanidad.
  • La temperatura no es la mejor manera de medir el progreso en el cambio climático.
  • La salud y la prosperidad son la mejor defensa contra el cambio climático.

II.             Contexto

 En principio estas tres “verdades” no parecer representar un cambio radical en la manera actual de pensar y actuar de la sociedad y sus instituciones, sin embargo, sí piden un cambio de énfasis y de rumbo para una mejor efectividad de los esfuerzos para el desarrollo humano.

 Es muy cierto que en las décadas recientes y sobre todo desde el Acuerdo de Paris, el cambio climático ha acaparado gran parte de la atención y ha sido una de las principales preocupaciones de gobiernos, empresas e instituciones. Se han invertido innumerables esfuerzos humanos, físicos y financieros en entenderlo, proponer acciones y en algunos casos actuar para combatirlo.  Aun a pesar de esto los progresos han sido relativamente pobres.

 No es que la carta pida una menor atención al problema, pide un balance de prioridades y de acciones. Pero implícitamente contiene el supuesto de que las poblaciones más afectadas tienen la capacidad de mitigar y adaptarse a los efectos.  Será mucho más difícil lograr el desarrollo humano en poblaciones seriamente afectadas por los impactos del cambio climático vía los desastres naturales y sus consecuencias sobre la actividad económica y el desarrollo social.

Es cierto que como dice la carta, no será el fin de la humanidad, pero sí afectará seriamente a muchos de sus componentes, flora, fauna, y la calidad de vida, si no se hacen los esfuerzos para mitigar y adaptarse a los impactos. Recordemos en el combate de los impactos del cambio climático hay que considerar tres aspectos: reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, mitigación y adaptación

El énfasis ha estado en el primero, gran responsabilidad de los países desarrollados, pero los efectos son más sentidos en los países en vías de desarrollo y las poblaciones vulnerables, que no posen la capacidad de mitigar y adaptarse. Son estos dos aspectos que podrán evitar si no “el fin de la humanidad” por lo menos aminorar el “deterioro de la humanidad”.  Las contribuciones financieras acordadas por los países causantes de los impactos para apoyar a los afectados en mitigación y adaptación no se han materializado.

Ante las limitadas capacidades de las partes, esto ha llevado a una competencia de recursos, y sobre todo de atención, con el desarrollo humano. Y este es el mensaje más claro de la carta.  El cambio climático es un gran problema, afecta de manera más irremediable a los países en vías de desarrollo, pero los recursos dedicados a su atención no resolverán el problema subyacente del subdesarrollo.  Se requiere atención concentrada además sobre el progreso económico y social de estas partes afectadas, en particular en salud educación y sobre todo en las oportunidades de participar en el actividad económica. [iii] [iv]

 Pero no es como dice la tercera “verdad” de que “La salud y la prosperidad son la mejor defensa contra el cambio climático”. No, no son defensa, no pueden hacer mucho para controlar el cambio climático, que atenta contra la salud y la prosperidad. Ambas son condiciones indispensables para el progreso de la humanidad.

 Y también es muy cierto que se ha puesto un énfasis, que podríamos calificar de desmesurado, en la concentración del problema en un número, el aumento de la temperatura promedio global, que es un indicador muy pobre de la problemática a resolver.  Esto refleja el sesgo de los humanos en darle prioridad a lo cuantificable, como si su mensurabilidad fuera sinónimo de importancia, de impacto. Es más fácil reportar la temperatura, las partes por millón de CO2 en la atmósfera, el volumen de emisiones (aunque de estimación sujeta a mucha incertidumbre), consideradas mediciones objetivas, que medir el progreso en el desarrollo humano, que es mas complejo, relativo y subjetivo. [v] Pero como bien dice la carta: 

“Las inversiones en bienestar humano ofrecen beneficios más rápidos y amplios que los objetivos abstractos de temperatura”….. “el desarrollo sostenible comienza por garantizar que las personas puedan vivir vidas más saludables y seguras en un clima cambiante”. (énfasis añadido).

 Si bien no hace referencias a la política en su país sobre cambio climático (atacar los esfuerzos por controlarlo) y ayuda al desarrollo (eliminación), está subyacente en la carta y en la dedicación de su filantropía a ambos aspectos.  Este segundo aspecto es objeto de menor atención.  La eliminación de la USAID, la institución del gobierno que proporcionaba ayudas vitales al desarrollo social ha tenido un gran impacto sobre la salud y educación en países en vías de desarrollo. Su llamada de atención puede reflejar este vacío.

Por otra parte, el gobierno de EE. UU. se opone al énfasis que le han estado dando las instituciones financieras multilaterales al cambio climático. Por ejemplo, se han opuesto a las políticas y prácticas del Banco Mundial en este sentido y están abogando por el retorno a sus raíces, la reducción de la pobreza.  Pero no es tanto porque les preocupe la pobreza (eliminaron su propia agencia, la USAID), sino que hay que hacer lo que sea para hacer desaparecer la problemática del cambio climático de la agenda.

Pero no creemos que la propuesta de la carta de una realineación de prioridades sea el resultado de presiones o temores a represalias del gobierno, como sí es lo es para un gran número de empresa e instituciones. Es poco posible, ya que sus negocios (léase filantropía) no dependen ello.

 III.           En resumen

La carta es muy oportuna y necesaria para llamar la atención sobre la necesidad de priorizar las acciones tendentes al desarrollo social, sin abandonar los esfuerzos para combatir el cambio climático. Es de recordar que “no todo lo que se puede contar cuenta ni todo lo que cuenta se puede contar” (atribuido a Einstein). Las emisiones y la temperatura se pueden “contar”, pero los problemas sociales son mucho más complejos, pero también deben “contar”.

Esperemos (con muy poca esperanza) que en la reunión del COP30 en Belem, Brasil, en noviembre, no lo tomen como un llamado a rebajar la prioridad del combate al cambio climático, pero sí un llamado a intensificar las acciones en mitigación y adaptación y ponerlas en el contexto del desarrollo humano integral.   

A pesar de sus potenciales impactos positivos en la consideración de los aspectos sociales, la carta conlleva el riesgo de darle municiones a los enemigos de los esfuerzos por reducir los impactos del cambio climático, apoyándose en las aseveraciones de una persona muy respetada. [vi] Muy probablemente serán tergiversadas. Se pueden prever titulares como “Bill Gates dice que el cambio climático no es un problema”.

Lo que es laudable y ojalá tuviera impacto es llamar la atención sobre la necesidad de ahondar los esfuerzos por el desarrollo social, sin reducir aquellos para combatir el cambio climático, sobre todo los encaminados a la mitigación y adaptación a los impactos. Son interdependientes y son indispensables para el desarrollo de la humanidad, y sobre todo en los países en vías de desarrollo y poblaciones vulnerables.



[i] ¿Será por ironía que usa las palabras “tough truths” (duras verdades), para contrastar la carta con el famoso documental, ganador de un Oscar, de Al Gore (ex vicepresidente de EE. UU. y activista climático), The Inconvenient Truth (la verdad inconveniente)? Para Gore era un asunto de combatir ignorancia/indiferencia.  Para Gates es un asunto de balancear las prioridades.

[iii] Esto lo habíamos ya comentado en otros artículos en el contexto, más reducido, microeconómico, de la competencia entre lo ambiental y lo social a nivel de la sostenibilidad empresarial. En el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis (abril 2021) describíamos como uno de los enemigos de esa sostenibilidad era este énfasis en el cambio climático, que tenían en la mayoría de las empresas un impacto mucho menor en el desarrollo sostenible que sus actuaciones en los aspectos sociales.  Esto lo reafirmábamos en el artículo Es hora de luchar por equiparar los temas sociales con los ambientales (abril 2023)

[iv] Esta participación en la actividad económica no es parte de la carta, pero es esencial como lo había demostrado la Encíclica Fratellii tutti, del papa Francisco, que habíamos analizado en el artículo Economía, el mercado y la empresa en la encíclica Fratelli tutti (octubre 2020).

[v] Es precisamente esta diferencia en mensurabilidad la que en parte explica el énfasis relativo. En el articulo citado en la nota anterior decíamos “Además de la visibilidad a nivel empresarial, económico y político de los temas ambientales, sus indicadores se basan en gran medida en temas físicos, más amenos a la medición cuantitativa, en tanto que los aspectos sociales son más emotivos, relativamente más difusos y sujetos a opinión. Y los decisores suelen tener preferencia por lo medible y subestimar lo difuso.”

[vi] Algo parecido a lo que ha sucedido con el informe Draghi (otro famoso) The Future of European Competitiveness, que ha sido utilizado para revertir grandes progresos en la sostenibilidad empresarial y ambiental.  Ver mi análisis en Regulaciones sobre sostenibilidad: Después del vendaval viene la dilución.


domingo, 12 de octubre de 2025

Usos y abusos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible


Los 17 ODS y sus 169 metas cubren todo el espectro posible de actuación de las empresas, gobiernos, instituciones y personas, de allí que las oportunidades de estas partes, sobre todo las primeras, de contribuir a su logro para el 2030, son ilimitadas.

Desde su promulgación ha existido gran preocupación sobre la dificultad de su logro y se han intensificado las presiones sobre todas las partes, en particular sobre las empresas y las instituciones financieras para que contribuyan. Ello ha llevado a usos y abusos de los ODS que son poco comentados. La gran mayoría de los escritos son promocionales, halagüeños, aspiracionales, enmascarando la realidad de las contribuciones.

Para las empresas el principal valor de los ODS son las grandes líneas estratégicas que pueden guiar sus estrategias y actividades en pos del logro de su sostenibilidad empresarial. Ello ha llevado a que muchas empresas se hayan tomado en serio la adaptación de estas estrategias y actividades para contribuir en la medida de lo posible a ese logro. No obstante, en el entorno empresarial las presiones han sido muy fuertes lo que ha resultado más en reportar que en hacer, en imputar lo que ya se hace de como contribución. Una competencia para ver quién da más y ganarse el aprecio de sus partes interesadas. Algunas son legítimas otras no tanto. Constituyen un instrumento ideal para el greenwashing.

Lo más común en las empresas es hacer un inventario de sus actividades tradicionales y contrastarlas con las 169 metas para extraer elementos comunes y así reportar contribuciones. No se trata de poder encontrar un nexo entre actividades y metas, se trata de lograr impacto, cambios en el desarrollo como consecuencia de la actividad.

Donar la comida excedente de la cafetería no es una contribución a la reducción de la pobreza. Los volúmenes de servicios de telefonía no son una contribución, son la razón de ser de la empresa, sí lo son aquellos que ha encarado específicamente para atender a poblaciones no atendidas. La presencia de mujeres al consejo no es una contribución a la reducción de la discriminación, su impacto en la toma de decisiones sí lo es.

El desarrollo sostenible, objeto de los ODS, requiere que las actividades sean significativas, incrementales, con impacto, medible o no, sostenibles y sostenidas en el tiempo, no ocasionales, y con contribución al desarrollo de los países menos desarrollados, donde tienen mayor valor relativo que en los desarrollados. Estos son los criterios para evaluar la legitimidad de las contribuciones.

No nos podemos dejar engañar por el espejismo del volumen de actividades que se atribuyen contribución, el papel aguanta todo, lo único que cuenta son los cambios tangibles que estas actividades logran en el terreno.

El lector interesado en más detalles puede consultar Mis veintidós artículos sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la RSE.


 Artículo publicado en el periódico La República, Colombia, en octubre 2025 

https://lnkd.in/ecKXQSjs